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LA PINTURA DEL CASCO

Para qué pintar

 

Pintamos el fondo para protegerlo del agua;

pintemos el resto para protegerlo del sol.

 

Así como la obra viva de una embarcación sufre por la inmersión en el agua, el resto del casco –la obra muerta- está expuesto a la intemperie. Esto significa viento y lluvia, pero aquí aparece también el real villano de esta película: el sol.

 

La combinación de luz visible, rayos ultravioleta y rayos infrarrojos –calor- es a la larga letal para los plásticos y perjudicial para la madera. No es así para los cascos metálicos, sin embargo, pero de todos modos éstos deben ser protegidos de la corrosión por oxidación. 

 

En las maderas sin protección, la exposición a la intemperie se traduce en un deterioro gradual que comienza por el agrisamiento de la superficie por acción de la luz, mientras que los ciclos invierno/verano (frío/calor) causan sucesivas hinchazones que se manifiestan en rajaduras y grietas que a su vez absorben humedad del ambiente y agua de lluvia. El agua absorbida en la temporada lluviosa puede llegar a congelarse en inviernos duros, según el lugar geográfico en que estemos, y el hielo resultante causar, por dilatación, la profundización de las rajaduras.

 

Estos procesos, si bien largos, son irreversibles: las grietas, una vez abiertas, no se cerrarán jamás. Si se mantienen estas condiciones por períodos muy prolongados, la madera se pudrirá y no podrá cumplir más con la tarea que tenía asignada. La velocidad con que estos fenómenos se produzcan variará fundamentalmente de acuerdo con la geografía. El clima de cada lugar es factor preponderante, pero el resultado será siempre el mismo, a la larga o a la corta.

 

Los plásticos utilizados en la construcción de embarcaciones son afectados de varias maneras por la intemperie. Si bien son inmunes a la lluvia limpia (hoy no debe quedar sitio en el mundo que no reciba lluvia ácida en alguna medida), los afectan los rayos ultravioleta, los cambios de temperatura y el calor. 

 

Con el tiempo, tienden a perder flexibilidad y se resecan; es cuando aparecen las familiares ¨arañitas¨ - en realidad, microfisuras. Por lo demás, si ya de por sí los plásticos están sujetos al ataque por ósmosis, estas microfisuras abren un camino cierto para la entrada de agua. 

 

Si este proceso avanza lo suficiente, debe esperarse un debilitamiento general del laminado y una eventual fractura. Desde ya, todo lo dicho tardará más o menos en producirse, de acuerdo con la calidad de la construcción – esto es, procure elegir un astillero confiable cuando encargue su próximo barco.

 

Hay otras consecuencias de la buena o mala elección de materias primas y de ejecución en la construcción de un casco de PRFV: una de las más notables es el amarilleo del gel-coat por acción de la luz solar.

 

Algunos barcos, blanquísimos cuando los compramos –recuerde que se construyen bajo techo- dejan de serlo a veces rápidamente cuando los sacamos del astillero. En el mejor de los casos, esto se produce de manera uniforme en todo el casco; a veces aparece como manchas. Esto no es bonito de ver (- Mirá lo que parece...!) y nos da una bronca espantosa.

 

Bueno, pues, tanto a la madera como al PRFV los podemos proteger contra todas estas calamidades...con pintura.

 

De manera que la pintura de la obra muerta no solamente es protectora, sino, como cuadra a toda pintura que se precie, embellecedora de nuestra embarcación, y será nuestra responsabilidad mantenerla siempre en buenas condiciones para conservar su valor práctico y económico (...y sentimental).

 

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